El proyecto “Out-of-the-Way” (Fuera del camino) fue concebido en los lejanos territorios del extremo norte de Rusia, donde la mala accesibilidad y el aislamiento, unido al a la relación especial con la naturaleza y unos modos de vida seculares, generan una mitología única en la zona. Un lugar en el que las cuestiones ficcionales, en muchas ocasiones, cobran mayor importancia que la vida moderna.

Los antepasados de Anosova eran cazadores en un pequeño poblado cerca del rio Nizhnyaya Tunguska. Durante casi tres siglos, desde que colonizaran esta remota región de Siberia, vivieron en una casa antigua con una familia numerosa, con más de 15 hijos. Actualmente, la población del asentamiento es de 130 personas, todos ellos parientes o familiares de un grado u otro. Como la artista recuerda, la vida "de esta parte de mi familia -hermanos de mi padre, primos y sobrinos- no cambió durante siglos, en un área remota rodeada por un desierto virgen".

En 2015 Anosova viajó por la primera vez a esta región con el objeto de desarrollar este trabajo que sólo en 2019 ha dado por concluido después de numerosos regresos. Su intención era explorar el microcosmos en el que viven, en casi completo aislamiento del mundo exterior. En un ambiente como el que ella describe, en el que la civilización moderna difícilmente penetra, la ciudad más próxima se encuentra a 300 km de distancia y la conexión por transporte funciona exclusivamente en invierno, no es dificil imaginar lo poderosas que son las leyendas y tradiciones locales y familiares. En su último visita a la tierra de sus antepasados, hace escasas semanas, en otoño de 2019, consiguió cerrar el ciclo de vida en cada una de las estaciones del año.

Pare ella, aquel lugar se le antoja como el "epítome de la mitología".